Sesión de cine

Javi ha entrado esta manhana a las 10.40 en la habitación en la que duermo con Julio. Lo primero que ha dicho ha sido "mierda" y luego ha anhadido "me he dormido". Hoy habíamos quedado a las 11 para empezar a preparar la obra de teatro que haríamos por la noche para presentarles a los ninhos el "viaje"que van a hacer. El cambio horario, el de temperatura y el alimenticio se han mezclado y el cuerpo nos pide horas de suenho. Nada grave, la cosa no pasa más allá de dormir un par de horas más. Estamos todos perfectamente (incluido tu hijo Javi, Joaquín, je je).

Durante el resto de la manhana hemos preparado lo que haríamos por la noche. Hemos recortado cartulinas, hemos pintado en papeles de colores y hemos cortado telas. Todo para construir flores gigantes, un barco pirata o un gran río.

Llegamos a New Light a las 17.30 y los ninhos nos reciben con gritos: "anti, anti" (significa tío). Hoy es un día especial. Se han reunido los ninhos de New Light 1 y 2 para ver nuestra representación y la sesión de cine posterior. En nuestras bolsas, confetis, cartulinas de colores y sábanas para la representación. Un proyector y unos altavoces nos servirán para convertir la terraza en una improvisada sala de cine donde proyectaremos "La vuelta al mundo en 80 días"sobre una sábana.

Comienza el espectáculo y representamos una historia sobre la creación del mundo, del hombre, de las civilizaciones.


Los ninhos nos miran con la boca abierta. Desenrollamos ovillos de lana sobre sus cabezas y no pueden contener su cara de ilusión.





Es el momento mágico. Julio, emulando a un capitán pirata que quiere embarcar a todos en un gran viaje alrededor del mundo, lanza purpurina sobre ellos.


Y estalla la fiesta. Los ninhos gritan de emoción y luchan por quedarse sentados.




La pantalla se ilumina y comienza una proyección de imágenes de los países que "visitaremos"estos días: Japón, Australia, Kenia, Grecia, Espanha, EEUU, Perú, Egipto y México. Los nonhos aplauden con cada país.

Urmi nos felicita a todos con lágrimas en los ojos "Ha sido maravilloso" nos dice.

La pantalla se vuelve a iluminar y comienza la proyección de la película. Esta es una de las pocas oportunidades que tienen estos ninhos de ver cine.


Las luces se apagan, el día termina para mi en la terraza del Paragon escribiendo esto mientras escucho a Ben Harper junto a Julio.




El resto disfruta de unas Kingfisher, una rica cerveza india, en la azotea del Astoria. En el mismo sitio que hace dos anhos algunos celebramos la fiesta de despedida menos triste en la que he estado.

El navegante y las estrellas

Este es el texto de la obra de teatro que representaremos esta tarde a los ninhos para comenzar el viaje:


Al principio no había nada; sólo oscuridad y silencio convivían en armonía a la espera del origen de vida...

Fue la primera flor, una rosa, quien dando el primer paso, nació orgullosa, mostrándose radiante y viva.

Le siguieron los pájaros, que volando y volando, se inventaron finalmente el cielo...

Más tarde fue la brisa, quien, dulce y suave, nació para acariciar a cada ser vivo que, poco a poco, iba surgiendo sobre la faz de la tierra...

Por fin: el agua.

Bajo un gran chaparrón, todos bailaron y cantaron durante largas noches y coloridos días...

Sólo faltaba el hombre.

Y ocurrió que, de la misma tierra que pisamos, surgió, de repente, y como de la misma calma, la primera rama de seres humanos.

Inventaron sus propios símbolos, himnos, banderas y credos...

Y pronto creyeron ser dueños de todo lo que les rodeaba.

Sin embargo, la verdad es que, desde otros rincones de la Tierra, otros tantos hombres habían nacido y, como no podía ser de otra forma, haciendo caso a diferentes verdades...

Sin a penas mirarse a los ojos, cada pueblo construía sus ciudades, sus palacios, sus templos y sus tradiciones.

Las diferencias fueron acentuándose, y lejos de ser motivo de acercamiento, se convirtieron en un enfrentamiento continuo de razas, culturas y pieles.

Las batallas sucedieron continuamente hasta que cualquier hálito de esperanza se vio disuelto en cada una de las derrotas.

Fue entonces cuando la desgracia se cebó con todos ellos. Mermados por la guerra, una gran devastación, una gran catástrofe natura, acabó con todo lo que habían construido y todo se vio reducido a la ruina.

Desde la ceniza, con todo perdido, el fuego purificador dio paso al agua generador de vida...

Desde allí, una nueva esperanza se hizo presente...

Un niño... con la sonrisa alegre y la mirada clara... fue levantando a cada hombre, uno a uno, y haciéndole ver que la mayor de las riquezas no estaba perdida, pues se tenían unos a otros.

El diálogo empezó a fluir entre ellos y, por primera vez, a pesar de diferencias, empezaron a reconocerse como hermanos.

Animados por las nuevas fuerzas que les daba sentirse acompañados y unidos, comenzaron a construir unos nuevos escudo y bandera capaz de acoger a cada uno con sus distintas verdades y creencias.

Todos juntos, mano a mano, apoyándose mutuamente y aprendiendo los unos de los otros, lograron crear la mayor y más bella de todas las ciudades.

Por acuerdo mutuo, los hombres llamaron a aquella ciudad PAZ.

Pero el camino del ser humano no puede parar nunca. Su historia debe escribirse por los siglos de los siglos... Y tanta era la ilusión de aquellos que, alimentados por el ansia de conocer nuevos pueblos con los que compartir y crecer juntos, decidieron partir hacia el horizonte, más allá de donde jamás hombre alguno había llegado.

Armados de ilusión, y aportando cada uno lo mejor que tenía, se pusieron juntos a fabricar el más bonito de los barcos...

Cuatro grandes mástiles, un timón labrado y veinte preciosas esculturas adornaban la cubierta.

Listo el capitán, listo el vigía y listos los cincuenta remeros, sólo faltaba una cosa... La tripulación...

Así, los hombres del barco que llamaron Nueva Luz, salieron en busca de buenos marineros que les acompañaran en su aventura.

Uno a uno, todos fueron aceptando aquel noble reto

Aún así... todo listo... se dieron cuenta de que una sólo cosa restaba: una brújula; una guía que les llevara a surcar los mares.

Fue entonces cuando el capitán recordó las cenizas de aquellas primeras ciudades que los hombres construyeron desde la discordia... Y fue así que, ayudado del viento, las lanzó cuanto más lejos pudo y, para sorpresa de todos, un camino de brillantes luceros quedó marcado en la oscuridad y las estrellas quedaron para siempre en el cielo para recuerdo de la unión de los pueblos.

A partir de entonces, los navegantes viajaron a lo largo de todo el mundo y se convirtieron en los mejores contadores de historias...

¡¡Bienvenidos al Carnaval 2006!!



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